El caso es que la cosa ha sido muy simple, dos pateos en la sierra de Madrid. Uno en la bola del mundo y otro en Peñalara.
Ayer todo comenzó estupendamente, un poco tarde pero bien. Llegué al puerto de Navacerrada y pese a que estaba nublado no hacía demasiado malo. Ni casi viento ni demasiado frío.
Según iba subiendo me empecé a dar cuenta que el día iba a estar marcado por la nieve y el hielo, lo cual me impidió seguir mis planes de ir por la cuerda larga (normal, en invierno sin crampones, muy chungo).
Así que tiré para maliciosa y tan pichi.
Y desde allí luego bajé hacia canto cochino. Cuando vi que llevaba un buen rato y que me apetecía comer, paré, después de ver nacer el rio Manzanares, bueno, uno de los arroyos que lo nutren.
Y de ahí vuelta para la bola y el puerto. Al final 15km muy currados, por el hielo, por la nieve, porque costaba seguir los caminos, porque hubo momentos que saltaba de arroyo en arroyo, todo estaba naciendo de nuevo. Una maravilla.
Buscando la paz interior, o algo por el estilo.
Sólo decir que el cambio me ha sentado fenomenal. Sobretodo mentalmente. Necesitaba un cambio de aires, romper con la rutina y estar un par de días pensando mucho, mientras caminaba, mientras buscaba el camino para seguir, iba pensando en el mío propio que me toca recorrer ahora, en el futuro. No se me ocurre otro sitio mejor para ir pensando en ello. Maravilloso.
Y mañana veremos si salgo a correr un poco o le dejo un poco de descanso a las piernas. El domingo seguro que hago MTB con el compadre Javi.
Os pongo unas foticos y os dejo tranquilos que me estoy enrollando mucho.
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